Aves: El gallo y la gallina (gallus gallus domesticus), son una subespecie doméstica de la gallus gallus, ave procedente del sudeste asiático. Se les conoce como gallo, para el macho; gallina, para la hembra; y pollo, para los sub-adultos. Eran fundamentales para preparar el tradicional manjar blanco que, de acuerdo a los recetarios españoles del siglo XVII, se preparaba mezclando la carne de una gallina con leche, harina, azúcar y sal. Además, con ellas se elaboraban distintos tipos de caldos para el cuidado de los enfermos. A diferencia de la carne de res, la carne de gallina o pollo encontraba un lugar privilegiado en las reglas y normativas monásticas de la época.
Leche: Las monjas utilizaban distintos tipos de leche en sus preparaciones con azúcar; principalmente de almendras, burra y vaca. Esta no solo se ocupaba como base líquida de masas y postres (como el manjar blanco o el arroz con leche), sino que también, su suero (fracción líquida obtenida durante el proceso de coagulación) servía para evitar la deshidratación de las enfermas. Asimismo, de la fracción sólida de dicho proceso, como resultado del crecimiento bacteriano, se producía queso o quesillo, igualmente usado en la dulcería de estas religiosas. A fines del siglo XVII, el Protomedicato de Chile recomendó la leche para combatir la epidemia de viruela, junto a hierbas, carnes, huevos y hojas verdes.
Huevos: De fácil digestión, los huevos se presentan protegidos por una cáscara, y son ricos en proteínas y lípidos. Con ellos se elaboraban diferentes bizcochos, dulces, confites y helados; además de aceites y ungüentos para aliviar cicatrices, úlceras, dolores de oído, entre otras enfermedades. A fines del siglo XVII, el Protomedicato de Chile los recomendó para combatir la epidemia de viruela, junto con hierbas, carnes, leche y hojas verdes. Según Hildegarda de Bingen (s. XII), los enfermos debían comerlos cocidos, pues el fuego eliminaba su «veneno y putrefacción».
Manjar: Producto de origen animal que corresponde a una variante caramelizada de la leche. Parece ser una adaptación hispanoamericana del llamado «manjar blanco», potaje medieval de origen español que se preparaba cociendo lentamente la carne de una gallina desmenuzada en leche, agregando harina, azúcar y sal. Se ha demostrado que ya en el siglo XVIII, en el caso chileno, se le había suprimido el pollo, de acuerdo a las observaciones realizadas por Juan Ignacio Molina. En la actualidad, el manjar es un dulce tradicional de Hispanoamérica.